domingo, 15 de diciembre de 2013

Noche de Adviento y Navidad (1)

Guatemala es un país hermoso, rico en emotivas tradiciones navideñas.
En tiempos modernos sin embargo, se pretende sustituir la alegría de esta época de Adviento -en la que esperamos el nacimiento del Redentor-, por un alucinante "consumismo" (no olvidemos que el consumismo, nos puede consumir).
Sufren muchas personas al no disponer de suficientes recursos para dar los obsequios anhelados a los suyos y sufren también las personas que a pesar de brindar los regalos más rebuscados y costosos, no logran sentirse satisfechos consigo mismos, sintiendo ajena la dicha plena.
A aquel creyente que busca de corazón, no la gloria personal sino la Gloria de Dios, habla hoy Su Santidad el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica "Evangelii Gaudium" (La Alegría del Evangelio). Reproducimos los primeros artículos para que en familia los meditemos y los llevemos a la práctica.

1. La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús.
Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento.
Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.
En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años.

Alegría que se renueva y se comunica

2. El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada.
Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente.
Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida.
Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.

3. Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso.
No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque « nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor ».
Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos.
Éste es el momento para decirle a Jesucristo: « Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores ».
¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia.
Aquel que nos invitó a perdonar « setenta veces siete » (Mt 18,22) nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez.
Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable.


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